Australia forjó su propio carácter a lo largo del siglo XX, según se independizaba de Reino Unido. En estas décadas, los australianos decidieron que el café sería uno de los símbolos de su país. ¿Cómo surgió la cultura cafetera australiana y por qué la envidiamos tanto? ¡Te lo contamos! 🙂
Influencia italiana en la cultura cafetera australiana
El gran flechazo entre Australia y el café se produjo recién terminada la II Guerra Mundial, en un momento de gran expansión económica para el país. El gobierno activó un plan para incentivar la inmigración europea y, así, miles de italianos se establecieron en este país de Oceanía, inspirando su vida cultural y social.
Los italianos introdujeron la máquina espresso en Australia. Los historiadores recuerdan la máquina Achille Gaggia, una Lever Espresso Machine, como un instrumento fundamental para el desarrollo de la cultura cafetera australiana. En la década de 1940, el café australiano ganó calidad preparándose con esta máquina: la infusión perdió amargor y presentaba una superficie más cremosa.
A mediados del siglo XX, como decíamos, Australia se encontraba inmersa en un proceso de autorrealización y experimentación. El café apareció como una vía muy interesante a través de la que crecer y, poco a poco, las cafeterías empezaron a tomar las calles de Sídney y Melbourne. Ya en sus inicios, estos bares tenían un diseño muy cuidado; además, el café aún era un producto caro tras la II Guerra Mundial, lo que hizo que las primeras cafeterías fuesen principalmente para la población más bohemia. Sin embargo, el nivel de vida siguió aumentando en Australia y, a partir de 1960, con la gente mudándose a las ciudades, las cafeterías ganaron afluencia. Beber café se convirtió en una experiencia social y muchos emprendedores se animaron a abrir su propia cafetería.
De aquellos primeros cafés, estos otros:
En el año 2000, en Australia se había consolidado un modelo de cafetería independiente, con café de gran calidad y un interior cómodo y muy moderno (en el estilo de las cafeterías de la tercera ola). El escenario cafetero pasó a tener una oferta cada vez más amplia en ciudades como Melbourne y, sobre todo, Sídney (que para muchos coffee lovers es la actual capital del café). El resto del país seguía de cerca las tendencias cafeteras que marcaban los cafés de Melbourne y Sídney; algo que también hacían los baristas de otras grandes ciudades extranjeras como Nueva York, Londres o París. De hecho, entre los siglos XX y XXI se han puesto en marcha negocios cafeteros de propiedad australiana en estas ciudades y en otros puntos influyentes y cosmopolitas como Berlín o San Francisco.
Los baristas australianos son muy valorados en toda Europa. Algunos cafeteros dicen que en ninguna ciudad se cuida tanto la procedencia y tueste del grano, el estado del molinillo y la higiene de las máquinas como en Sídney. Igualmente, con baristas australianos o sin ellos, muchos cafés europeos tienen en sus cartas preparaciones típicas de la cultura cafetera australiana como el Long Black, el Short Black, el Flat White o el Piccolo Latte. De algunas de ellas ya hemos hablado en nuestro blog; aún así, vamos a recordar cómo es su preparación:
- Long Black: Este café, típico de Australia y Nueva Zelanda, es confundido a menudo con el café americano. En ambas preparaciones se mezcla café espresso con agua caliente, pero la elaboración es distinta. Una taza de café Long Black se prepara con 100/120 mililitros de agua caliente sobre los que se vierte un shot doble de espresso; mientras tanto, en la elaboración del café americano, se vierten 150/170 mililitros de agua caliente sobre dos tiros de espresso. En el café Long Black, la crema del café tiene mayor presencia, ya que en el café americano esta crema queda diluida por el agua. La textura de uno y otro café es diferente.
- Short Black: Así es como llaman los australianos a un tiro de café espresso. Se sirve en una taza pequeña de cerámica o taza demitasse.
- Flat White: El café Flat White surgió en Oceanía en la década de 1980. Especificar su origen es bastante arriesgado; los australianos aseguran ser sus creadores pero Nueva Zelanda insiste en que la receta del Flat White les pertenece. Venga de donde venga el Flat White, a día de hoy es una de las joyas de la cultura cafetera australiana y es popular en todo el mundo. Se trata de un café pequeño y concentrado que se prepara en una taza de 150 mililitros con dos shots de espresso o ristretto y una fina capa de leche suavemente espumada.
- Piccolo Latte: Esta creación australiana debe su nombre a la influencia italiana ya comentada en este post. Al parecer, los baristas de Sídney inventaron el Piccolo Latte en la búsqueda de una bebida más pequeña que el latte con la que pudieran probar el sabor de sus distintos cafés mezclados con leche. El Piccolo Latte, de entre 100 y 110 mililitros, se hace con una parte de espresso y dos partes de leche vaporizada, con una capa de espuma en la superficie. Su sabor es muy equilibrado.
¿Por qué no tomas algunos apuntes en tu cuaderno o tablet de barista y das a la carta de tu café un toque australiano? 😉
Sin ninguna duda, la cultura cafetera australiana, aun puliéndose y perfeccionándose en las últimas décadas, merece toda nuestra atención. En Sídney, muchos coffee lovers y baristas tienen un gran escaparate de tendencias cafeteras. Allí están las cafeterías más cool: cafeterías que sirven cafés single origin, que cuidan al máximo su latte art, que producen su propia leche o que sirven sus bebidas en tazas fabricadas por ceramistas locales. Los australianos han logrado que su café, servido con gran mimo y detalle, sea un símbolo del país. Australia es un país enamorado del café.